Al comenzar el curso 2020-2021, el 53º de la historia de nuestra Facultad, resuenan en nosotros las palabras de Pablo: «Por todas partes nos aprietan, pero no nos aplastan; andamos con graves preocupaciones, pero no desesperados; somos perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no aniquilados».
Es más que probable que nuestro mundo no cambie tan drásticamente como algunas personas auguran, pero es más que cierto que las cosas ya no serán «más de lo mismo»; ni científica ni material ni espiritualmente. Tardaremos bastante tiempo en digerir y ponderar lo ocurrido y más aún en trasladarlo plenamente a la práctica de la vida, pero en nuestra experiencia han quedado fijadas, al menos, cuatro cosas: nuestra inescapable contingencia radical, el lado oscuro de la interconexión global, la disrupción social, cultural y económica del confinamiento obligatorio, y la difícil asunción de una «nueva normalidad», marcada por el riesgo, la incertidumbre y una pesada losa de depresión económica y desempleo.
Como en otras experiencias históricas traumáticas, ha habido víctimas, héroes, sufridores amedrentados y un sinfín de tragedias personales, familiares y colectivas. En esta difícil situación, tanto las personas como las familias, las empresas, las instituciones y los gobiernos hemos tenido que improvisar y navegar en aguas desconocidas. También en nuestra Facultad ha habido que reaccionar e improvisar ante el cierre repentino de nuestras instalaciones.
No cabe duda de que esta situación, que nos ha desen- cajado, ha exigido un gran esfuerzo de toda la comunidad académica, para poder proseguir y llevar a buen fin nuestros cursos y seminarios. Aunque con limitaciones y deficiencias, nuestro empeño común ha logrado cerrar con dignidad un curso, el 2019-2020, en el que también en nuestro propio ámbito, aunque sin dramatismos, resuenan las palabras de Pablo arriba citadas.
La excelente actitud de toda la comunidad académica ha hecho posible la continuidad de cursos y seminarios, la evaluación continuada, la realización de exámenes, los servicios de secretaría, decanato y publicaciones, el apoyo de biblioteca y el funcionamiento de los órganos de gobierno. La experiencia nos ha obligado a un proceso de adaptación y mejora a lo largo de las semanas de confinamiento, con altas dosis de empeño y trabajo extra.
Durante este proceso, hemos contado también con la guía de la Santa Sede, que, atenta al desarrollo de la pandemia y sus consecuencias, ha ido impartiendo criterios para adaptar las pautas pedagógicas (en especial la obligatoriedad de la enseñanza presencial) a las nuevas circunstancias y para garantizar la realización de los exámenes con objetividad comprobable.
El principal reto para el nuevo curso es navegar académicamente con garantías razonables, en un panorama incierto. La «nueva normalidad» no es la normalidad anterior. Su gestión adecuada resulta clave. Algunos elementos, como el que nuestras aulas permitan el distanciamiento físico en la práctica totalidad de cursos y seminarios, favorecen impartir la docencia en modo presencial. A ello hay que añadir el cuidado del resto de normas sanitarias establecidas: limpieza frecuente de manos, desinfección sistemática de las instalaciones, uso de mascarilla, regulación del uso de biblioteca y de los servicios administrativos, etc.
Hemos de prever, sin embargo, la eventualidad de un nuevo cierre de las instalaciones, disponiendo con antelación de medios suficientes para proseguir la labor académica de modo eficiente. A tal efecto, se han tomado medidas para poder contar con una plataforma pedagógica modular, que satisfaga nuestras necesidades, al tiempo que sea de fácil manejo.
Bastantes de los retos y objetivos del curso pasado permanecen vigentes y hemos de afrontarlos y perseguirlos desde nuestra nueva situación. Algunos de esos retos y objetivos están ligados al plan estratégico de nuestra sede de Vitoria, elaborado el pasado curso a partir de las recomendaciones que AVEPRO hiciera en 2017.
La crisis del virus COVID-19 ha servido para acelerar algunas de las propuestas del plan, especialmente las referidas al uso de las nuevas tecnologías en tres áreas: pedagógica, de gestión y biblioteca. El Consejo de la Sede ha aprobado un conjunto de inversiones, cuya puesta en práctica está culminada en alguna de las áreas y en marcha en las restantes. Los pasos dados han de dar lugar a otros nuevos, para obtener resultados positivos y continuar por la senda de la mejora continua.
La integración de las nuevas tecnologías en todos los procesos de la Facultad requerirá de apoyos formativos y, sobre todo, de una actitud positiva por parte de todos los miembros de la comunidad académica. Aunque es evidente que la tecnología no es un fin, sino un medio, no es menos verdad que modifica la manera de hacer las cosas y, en ese sentido, supone un cambio cultural, no siempre fácil de asumir. En este contexto, la gestión de los tiempos, para no caer ni en la inacción ni en el estrés excesivo, adquiere una relevancia importante, a la que habremos de prestar especial atención.
Otro objetivo de primera importancia estratégica para el presente curso y los siguientes es el avance en la puesta en práctica del Plan Bolonia en nuestra Facultad. La consecución de los trescientos créditos ECTS supone una dedicación plena al estudio durante cinco años, que es prácticamente equivalente a la jornada laboral media, de 1.690 horas/año. El proceso académico debe buscar el reparto óptimo de esta dedicación entre tres áreas principales: actividad lectiva, tutoría y trabajo personal. De estas tres áreas, la de tutoría es la que necesita un mayor impulso, en pro de una enseñanza más personalizada. Su progresivo desarrollo, con el apoyo de la Comisión de Calidad, debe centrar nuestros esfuerzos.
Estos objetivos prioritarios deberán conjugarse a lo largo del curso con la debida atención a otros aspectos fundamentales de la Facultad: los retos de un alumnado de diferentes países, la investigación, las publicaciones, la dimensión pas- toral y diocesana de nuestras actividades, y la relación con otras instituciones, muy especialmente las de índole acadé- mica y cultural.
Para poder responder este curso a las tareas propias de nuestra misión como «comunidad de estudio, de investiga- ción y de formación» (cf. Veritatis Gaudium, art. 11), al servicio de una Iglesia evangelizadora, confiamos en la ayuda de María, patrona de nuestra Facultad.
Vitoria-Gasteiz, 1 de septiembre de 2020
Gaspar Martínez Fernández de Larrinoa
Decano